Y la luz se apagó en tus ojos,
y su alba y suave piel quedará en el olvido,
y sus risas voluptuosas callarán para siempre,
a partir de la noche fatídica.
---- * ----
Calladamente, amparada por las penumbras,
partiste sin despedirte, rapidísima;
nos dejaste sin tus risas y sonrisas,
sin tu alma, el alma, en las fiestas.
En silencio, en un momento, cerraste los ojos
y tus manos cálidas, se volvieron frías;
mas, ¿qué ocurrió que te alejaste de tu amor?
si, de tu eterno amor: la vida.
Ni sonetos, ni églogas,
ni las más tristes elegías jamás cantadas,
son dignos de tu memoria,
amiga eterna y ahora, etérea amiga.
Simplemente, en versos eternos,
me despido de algún modo intangible,
de algún modo que alcance tu nueva vida,
de algún modo, en que te alcance, amiga mía.
---- * ----
Y la luz se apagó en tus ojos;
empero, tu vida es y será eterna,
y sabemos, siempre estarás con nosotros;
nunca te olvidaremos, dulce compañera de viajes.